miércoles, 11 de marzo de 2009

DEMETRIO

En un antaño, uno de esos bien escogidos, una cigüeña no tuvo que moverse demasiado. En aquel antaño de buena reserva nació un hombre y no un niño.
Aquel día nació un futuro.
Una vida que montar pieza a pieza como si de un juego de lego se tratara.
Aparecieron unas orejas, una nariz y lo que posteriormente serían un bigote y unas manos.
Aquel día la curiosidad, la genialidad, la superación y la elegancia estaban haciendo una cena juntos y decidieron hacer las paces por un infinito.
Charlaron durante horas.
La curiosidad aportó anécdotas, la genialidad cacharros,
la superación gente admiradora y la elegancia el resto.
No concretaron nada, solo disfrutaron y comieron dulce.
En una esquina estaba él, guardándose en los bolsillos pizcas de cada uno para hacer pócimas mágicas y hacerse amo de su mundo;
pócimas para enamorar a la reina del castillo, bien peinada, suprema y con dientes de perla, pócimas para hacerse mil millones de pedazos e introducirse en los corazones del entorno con intención de quedarse, pócimas para que las ilusiones se hagan realidad…y poco a poco fue cocinando, investigando, aprendiendo del error chapuza que de vez en cuando se formaba.
Cuando aquellas orejas, nariz, bigote y manos notaron algo extraño, húmedo, se sobresaltaron…encima de la nariz y entre las orejas le habían salido dos grifos salados!. Y goteó durante días por el simple orgullo de que él y él mismo habían ganado juegos, vencido batallas contra titanes, superado trampas del enemigo, había reído como el que más y amado para siempre.
En el momento que fue consciente de aquello, se metió la mano en el bolsillo y sacó los últimos pizcos que guardaba de aquél mágico antaño; Los untó en mermelada y se los comió. Ahí todo se iluminó, se partió en millones de emociones y de hizo eterno.
Aún está y estará, si no haces ruido y cierras los ojos oyes un taller, un colegio, un verano, oyes arrugas de felicidad doblándose pliego a pliego, oyes un reloj, oyes una radio, oyes una voz, oyes una vida.

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