viernes, 17 de abril de 2009

Marta

El acontecer contínuo congeló la saliva de Marta.
Se sentía en un bucle,un eterno retorno
que a su vez era un callejón sin salida.
Respiró lo más profundo que le habían enseñado
y se guardó un trocito de galleta de chocolate que le quedaba
en una servilleta para después.
Lo guardó todo para después.
En cajas,
en cajones,
en bolsos,
en bolsillos,
en miradas,
en momentos...
Agarró las tijeras sin filo,
las que le regalaron hace años
y no sabía para qué valían,
cortó en pedacitos el presente
y lo guardó en cofres enterrados por el jardín.
Rompió con el ahora,pudiendo sacar cuando quisiera
un trocito de galleta de chocolate del bolsillo para comer.
Marta es del mundo y el mundo es de Marta.

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